Casi todo el mundo conoce Nijar y su avenida principal con tiendas de venta de jarápas, cerámica y esparto, pero pocos son los que se aventuran por la calle paralela, perdiéndose en la visita la posibilidad de conocer un poco mejor este pueblo. Calle abajo, a la sombra, seguro que os encontraréis a Manuel Lores con su haz de esparto debajo del taburete, sentado frente a la puerta del negocio familiar, rodeado de vecinos y de vez en cuando alguna curiosa como yo, que mientras charlan con él observan como las manos de Manuel van creando con paciencia, cestos, pleitas, aguaeras, capazos... hablar con Manuel, es situarte en un lugar donde la naturaleza predomina, y los recuerdos en forma de anécdotas, te hacen pasar un rato realmente divertido. Lo que a primera vista puede parecer una producción artesana a poca escala, se convierte en toda una sorpresa, cuando te lleva a su almacén y puedes ver su producción, la de toda una vida, que enseña con orgullo y adorna con sus vivencias. Vivaracho y generoso, y con un punto pícaro en la mirada, te deja marchar con una mezcla de sentimientos, alegría porque la contagia y nostalgia, porque su saber se pierde. Ha sido un placer conocerle maestro.
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